sábado, 26 de noviembre de 2011

Floreciendo en noviembre 2.011


Casí acaba noviembre, llegan los cambios otoñales y muchas hojas se broncean. Estas son de un Viburnum plicatum tometosum Shasta.


Cotinus

Algunas flores de final de temporada:







Algunos rosales siguen dando pequeñas sorpresas, como este pequeño Trier.



Otras plantas que florecen en época fria, Skimmia japonica.



Madroño

Me encantan los juegos de hojas plateadas y variegadas con la luz otoñal y el agua de rocio.


Lonicera


Stachis bizantina y debajo Cineria maritima


Las últimas cabezas de las hortensias se entremeclan con las flores deshaciendose como encajes. Los insectos siguen trabajando incansables.



En el huerto, destacan las plantas de alcachofas como esculturas vegetales.


Las berzas extiendes sus grandes hojas, es alucinante ver las enormes gotas sobre ellas.


Entre las aromáticas, alguna se despista y sigue floreciendo.

Flor de melisa

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Trasiego en otoño

Llevo unos días de trasiego o ajetreo por la costa cantábrica. Como el otoño ha venido muy veraniego, he obtenido alguna foto poco habitual en este tiempo.

Una mañana, había llovido, un rosal R. rugosa que  comienza a cambiar de color


Aquel día, estuve en el Valle del Saja de la vecina Cantabría, esta foto es de un pueblo precioso: Mazcuerras. Allí existe el vivero de árboles caducifolios más bonito.
En el pueblo, esta casa llamó mi atención. Mejor diria que la Wisteria más que la casa. Fijaros en el grosor del tronco y sin una hoja virada a estas alturas.


A la vuelta, una parada en uno de esos restaurantes maravillosos de la costa asturiana: Casa Poli en Puertas de Vidiago (Llanes). Así estaba el patio con la vid:


Como me había movido poco, el domingo había una prueba deportiva tempranera. A las 10, en Ribadesella. Eso sí, el tiempo se portó muy bien, calma chicha y una temperatura envidiable.

Ribadesella es una de las localidades más conocidas y visitadas de nuestro litoral asturiano. Es una villa marinera encantadora, meta de los piraguistas el primer domingo de agosto y fácilmente paseable desde el casco urbano con el paseo de la ria hasta la playa grande del otro lado del puente.

Esta mañana tocaba casco urbano, así que entre tiempos, os enseño unas imágenes:


Una de las ventanas del edificio del Ayuntamiento, el Palacio de los Prieto-Cutre, del siglo XVI.


Plaza de la iglesia, edificio Las Palmeras, dos ejemplares de Trachycarpus fortunei en los laterales da nombre a la casa.


Al lado, una ventana de geranios



Al otro lado de la Iglesia de Santa María Magdalena, se encuentra el Palacio de los Prieto, en cuyos bajos se encuentra Correos.

Otra vista de la Plaza, hacia otra calle céntrica.


Aquí comienza, lo que denomino la globalización de los árboles. Vayas donde vayas, cambies de pueblo o ciudad, en el norte o el sur, te vas a encontrar estas dos especies en sitios reducidos y un servicio de mantenimiento podando de por vida del árbol y en alcorques mínimos: Magnolia grandiflora en la foto de arriba. Liquidambar sp, en las dos de abajo.



En las calles perpendiculares, algunas camelias inician su floración:



Esta es la vista desde el Puente sobre el Sella, la meta del Descenso Internacional de Piraguas, un hervidero de gente ese día, pero de una quietud extrema cualquier otro día para disfrutar del paisaje con esta lámina de agua.


Y si se quiere disfrutar del Mar Cantábrico en abierto, por la calle de La Atalaya terminamos en la playa del mismo nombre a pocos metros.

Pasamos cerquita de la Torre, cubierta de viña virgen 


Salimos entre el colegio y un chalet neoclásico a la Playa de L'Atalaya. 


Es una playa pequeña, en comparación a la Playa de Sta. Marina, la otra playa grande de Ribadesella, en la embocadura de la Ria.
Tiene esa grandeza que le transmite el mar Cantábrico en invierno, la bravura, las olas, el ruido al mover los cantos rodados.


Dos especies foráneas en el talud de entrada, dos especies aclimatadas y resistentes al salitre, Pittosporum tobira y en el suelo tapizando, Capuchina (Tropaeolum majus).



Con estas dos instantáneas del mar, hasta la próxima entrada.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Alquenquejes

Este nombre tan bonito, es uno de los que recibe Physalis peruviana. También se conoce como tomatillos o farolillos. Este género Physalis, nativa de América, donde crece silvestre en la zona andina, encontrándose hasta 45 especies. Pertenece a la familia de las Solanáceas, de porte arbustivo, cuyas ramas se descuelgan con los frutos colgantes.



El fruto es una baya, redonda, con sabor agridulce. Sus propiedades nutritivas destacan por contener provitamina A, en menor proporción vitamina C y del grupo B.


Es una planta muy rústica. Las semillas se sembraron en marzo en el interior, naciendo sin problemas. Fueron repicadas a macetas individuales, plantando en lugar definitivo a finales de abril. Las coloqué al final de una línea de frutos del bosque.

Durante todo el verano han ido creciendo, hasta unos 1,5 m.  Sus ramas, han ido floreciendo continuamente. La flor es pequeña, verde, como de papel pinocho.

Desde final de septiembre, nos han regalado cientos de frutos. Cada baya se encuentra dentro de una cápsula o farolillo. Comienzan siendo verdes, pasan a ser amarillos, ocres y finalmente, si no se recogen, quedan solamente las nerviaciones, como un precioso encaje.